Cuando llega a un centro nuevo, suele pedir siempre un favor. ¿me podéis dar la tutoría del curso más problemático?. Evidentemente, siempre se lo conceden. Este tipo de cursos no suelen tener muchos novios (ni novias).
Cuando estamos hartos de hablar mal de los maestros, este tipo es capaz de irse con su coche (fuera de su horario de funcionario) a visitar la casa de la familia de un alumno, puesto que la familia no acude al centro, ni a la hora de tutoría, ni a ningún otra hora.
He tenido el privilegio de trabajar junto a él, de ilusionarme en sus proyectos, cuyo único objeto es el de mejorar el presente y el futuro de aquellas chavalas y chavales a los que las circunstancias de la vida les han trazado un futuro negro, muy negro, sin matices.
Don Paco, frente a todas esas circunstancias, tiene la mala costumbre de no resignarse. Y no es ni un iluso ni un infeliz. Con esa cabezonería, de la que presume, le he visto movilizar un instituto de educación secundaria, incluido algún “profesor” de los que él denomina “de pata negra”.
Es listo, tremendamente listo, capaz de trazar su plan, dosificarlo, administrarlo, darle a cada uno la información personalizada para engancharlo al proyecto, no es amigo de salir en la “foto”, aunque si el “posado” trae aliados o recursos a la causa, no dudará en estar en ella.
En fin, Don Paco es un vivo ejemplo de los que se “arremangan y se “mojan”, de los que transforman, de los que cambian día a día el mundo, de los que no salen en las primeras páginas de periódicos y revistas, de los que le dan todo su valor a la palabra “maestro”, de los que reviven a los muertos, de los que coloquialmente llamamos “un tipo que vale la pena”.
Y, por si esto no fuera poco, sus alumnos le adoran.